Ayer tuve la oportunidad (antropológicamente hablando, porque de ser el caso no asistiría ni pagada) de ir a una misa de muerto...
Hace un mes falleció el papá de un amigo, y como es sabido, en nuestra sociedad, la muerte es recordada más que la vida, porque a la misa de muerto vamos todos, pero el cumpleaños no nos acordamos ni que nos tatúen la fecha en la frente...
Entre los rituales que acompañan a tan bendito evento (bendito para el que se va, dichoso que no se queda y puede ver desde otra perspectiva que todo aquello que creía tener no eran otras cosas que ataduras mortales que le impedían disfrutar de lleno la "vida") están los dos o tres días de "velación", dependiendo de la fama, de la distancia a la que viven los parientes, de la fecha de la muerte (en semana santa es malo morirse, no se celebran misas así que toca esperar a que esos días pasen para uno morirse de forma decente y tener una misa autorizada), e incluso de si uno se ha muerto en otro país pero escogió ser enterrado en este, entonces la "velada" (que oscuro propósito se le ha dado a una palabra que a veces es considerada humorística y hasta romántica) se puede alargar más de una semana (quieren ejemplos? la "vanidad" de Michael Jackson les dice algo?, para más referencias Lady Di, que la "suegris" se rehusaba a darle un funeral real, y así varios casos).
Además de la "velación" (a ratos me pregunto si dicho término existe) está la misa de primer día, la misa de primeras 24 horas, la misa pre-entierro (o cremación), el entierro o cremación mismos y las famosas misas para "celebrar" (ridículo término en momentos de fatal angustia ante la idea de ser seres perecibles... seamos sinceros, más que la pena de la muerte de un ser amado, lo que nos jode es darnos cuenta de que hemos envejecido y que ese "bendito evento" está cada vez más cerca) los mesiversarios, los aniversarios (y otras h_evadas que nos han hecho creer se debe hacer) de la muerte de dicho ser...
Pues como les decía, ayer tuve la oportunidad de asistir a una misa de mesiversario de muerto, y sentada en medio de una multitud de dolientes, que más que dolerse del muerto se duelen de ellos mismos, me preguntaba a mi misma "¿qué c_ño hago yo aquí?".
Son casi 15 años que no piso una iglesia con más propósito de...mmmm...."saludar"....a un muerto, o solicitar las "tres gracias" (jejejeje, esto será explicado próximamente), o visitarlas, con propósitos culturales, y nunca, en ninguna de las dos ocasiones últimas, el rato de la misa...
Soy de las que cree firmemente que si me acerco demasiado al altar, éste puede arder en llamas, y que si miro fijamente a una de esas imágenes mal hechas, con facciones sanguinolentas, o bañadas en lágrimas, me van a devolver la mirada y me van a decir con voz de ultratumba: "tienes razón, estás equivocada".
Lo que me ocupa en esta entrada es el ritual de la misa, y del hecho de que mientras éste se desarrollaba me fui dando cuenta de la cantidad de falacias que se ocurrían, una tras otra mientras el cura (sacerdote, padre, y otros nombres adaptables a semejantes abominaciones del catolicismo) hablaba "pregonando" la "verdad absoluta y universal del hombre para el hombre".Desde el inicio me sentí como turista ruso en las islas griegas, no podía ni con el idioma, y todos los seres que me rodeaban eran como extraterrestres que se desfiguraban a medida que profundizaba mis miradas y me volvía cada más más sospechosa del rito de masas que presenciaba...
Empecemos entonces... (La transcripción está alterada por mis propios pensamientos que no me dejaban razonar más allá de lo que puedo hacerlo, y que me confudían trozos de historias con reflexiones propias de lo frágil de la memoria y de lo mucho que escogemos no recordar, sea por conveniencia, sea por convicción, e incluso por desinterés y, por qué no, vagancia)
Cura: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"
Masa: "Amén"
C: "Bienvenidos sean a la casa del Señor. Hoy estamos reunidos aquí para recordar el fallecimiento de (una larga lista de personas, casi 20) nuestros hermanos, que se han ido para iniciar una nueva vida, en los "prados" del Señor"
..............larga perorata insoportable sobre las virtudes de la muerte, en las que incluye que aunque estemos sin consuelo ellos están más felices, que están descansando en la "Gloria de Dios", que no se cuánta más estupidez de que "todo bien, ustedes llegarán a lo mismo si creen en Dios (si y solo si creen en Dios)..............
En este punto, en que habían pasado 10 minutos y ya me habían convencido de que la muerte era lo mejor que le podía pasar a uno, descubrí una serie de falacias que, no sé si por negligente ignorancia, o por deliberada estupidez, la gente simplemente no nota...
C: "Amén"
Primero, en el saludo, empezaron con hacer una gesticulación con forma de cruz, donde el padre está en la frente, el hijo en el centro del pecho, el espíritu santo en los hombros y el amén en la boca... si de verdad vemos esa cruz como lo que es, pues es una afirmación de que no tenemos idea de nada, y que, como borregos, seguimos a cualquiera mejor vestido y hacemos la de "Simón dice" con tal de no quedar mal ubicados, si la vemos con ojos analíticos, pues estamos ubicando a tres diferentes entidades, en una triangulación extraña de espejo, que lo que hace es reflejar que lo que tenemos en el corazón lo tenemos en la cabeza, y que lo único que lo divide y lo iguala es lo que buscamos ser en esencia...
Segundo, en toda la perorata posterior al saludo, lo único que hacía, más que dar consuelo, era repetir que si se hacía lo que él decía, entonces podiamos tener una muerte digna, o por lo menos soñar con mejores "prados" en los que la sola idea de "sufrimiento" no es más que una ilusión, siempre y cuando, repito, se haga lo que él dice que debe ser hecho, es decir, seguir lo que los "curas" sugieren que sea hecho...
Luego de esta "breve" introducción, llega el momento del credo (creo en Dios Padre todo poderoso (go Bruce go) creador del cielo y de la tierra), y el momento de los golpes de pecho, por parte de los pecadores (por mi culpa, por mi culpa, por mi grandisima culpa, por la granputisima culpa). Este par de rituales vendrían a afirmar que solo porque creo puedo pedir perdón, y solo si soy perdonado me puedo quedar para el resto, confirmando, una vez más, que si no hago lo que se me ha dicho, puedo despedirme del tan ansiado perdón, y mejor de una vez hacer de cuenta que a mi ya me mordió el diablo...
Siguiendo con el ritual, pasamos a la parte de la primera lectura, del salmo responsorial, de la segunda lectura, que es del evangelio, y la reflexión de la abominación.La primera lectura la hace cualquier Juan Pérez a quien no se le suben los h_evos a la garganta por hablar en público, y es una lectura que de reflexiva tiene solo la idea de que te pone a pensar, si eres como yo, en que lo que esa persona está leyendo no es otra cosa que otra forma de tratar de convencerte de que, si, estás loco si sigues creyendo que te vas a liberar de hacer lo que el "gran libro" dice, y no, no vas a llegar a disfrutar de todo lo que el "gran libro" promete si te portas mal...
J.P: "Al salmo responsorial todos respondemos: "la verdad señor es que no tengo ni la más remota idea de que carajos era lo que tenía que repetir" entonces: todos ...."
M: "......"
Esta lectura también la hace cualquier Juan Pérez, que puede ser el mismo de la primera lectura o cualquier otro que le de la gana de hacer repetir (gran muestra del poder del simóndiceismo) cualquier h_evada con tal de quedar bien ante los ojos del "Dios de Madera" (disfrute próximamente de: "El poder de los Íconos")
El "Evangelio según San..." lo lee el "cura" de turno, en este caso fue la historia de Lázaro, lo que me hizo pensar que seguro el pobre "Lázaro" era cataléptico, y como es costumbre al tercer día ya se levantó, y tuvo la suerte de que Jesús llegó y se dio cuenta antes de que lo encierren en un cripta (no me malinterpreten, yo soy "Jesusista", creo en el él y en el poder de la oración auténtica), y a la vez, me acordé del chiste de Jesús cuando lo llama Martha a resucitar a Lázaro, y cuando él llega está borracho (seguro si se lo saben... " a ch_ch_, si este man ha estado muerto")... luego me dio risa mientras el cura hablaba, y era un joda porque no podía aguantarme las ganas, mientras trataba de reflexionar sobre lo triste que Martha estaba, y lo difícil de la época, y otras cosas que no vienen al caso.
Antes del Evangelio hay la doble gesticulación, y luego del evangelio, que se escucha de pie, te sientas y escuchas al cura reflexionar sobre lo que acaba de leer, y que cree que te está aconsejando, cuando en realidad solo repite lo que se le ha enseñado a repetir y que se ha repetido durante muchas décadas, y que sirve únicamente para querer convencer a todo el mundo de que si no hacen lo que se les ha dicho entonces no pueden acceder a lo que tácitamente se les ha prometido, ni soñar siquiera con lo que dice el "gran (y contradictorio) libro".
Pasada la reprimenda del cura, cuando ya nos ha dicho todo lo que consideraba necesario decir, y cuando ya nos ha hecho sentir como las ratas más miserables del mundo por creer en otras cosas, ha llegado el que considero el peor momento de la misa... la famosa "dada" de la paz, en la que los más hipócritas de los seres se dan abrazos y besos tras la orden del cura "démonos fraternalmente la paz". Para este momento me puse a pensar en Adán y Eva y en la joda de que todos somos hermanos, y con cuantos de mis "hermanos" he estado.... (Oh Dios... asco!!!!!!), cuando de pronto una vieja simplona con cara de pituca, mal maquillada, con un moño de pelos sintéticos, se da la vuelta y me saluda con la más hipócrita de las sonrisas y me dice "mijita, la paz", y yo le devuelvo la sonrisa, igual de hipócritamente, pensando, ¿y esta vieja ch_ch_ quien carajos es?... Cuando tengo el chance, huyo antes de tan fatal evento, pero cuando ya no alcanzo, ya me toca hacerlo, y me hace pensar en lo absurdo que es pensar en la paz cuando es solo la hipocrecía de la eterna guerra...
Antes de que se acabe la misa hay otro ritual, el de la comunión, en el que la misma hipocrecía utilizada durante la paz, y con esa misma sonrisa socarrona, casi diabólica, lo masa de congregados, que ha pedido perdón al inicio de la misma, come la carne y la sangre de Cristo, asistiendo al ritual caníbal más detestable de todos los tiempos, pero como son católicos está bien visto, sea simbólico o no, la sola idea de que algo represente a otro humano es como, por decir lo menos, desagradable. Obviamente, ese rito no va conmigo, no por considerarme indigna pecadora, sino que, puedo ser todo lo carnívora que quiera, pero de caníbal tengo nada...
Entre la comunión y la salida hay la parte que me gusta de todo este absurdo ritual, y es el Padre Nuestro, estando en sus terrenos, o pensando en visitarlos, es bueno poder hablar con Él, decirle cuanto uno lo ama, creer, por un breve instante, que todo aquello que sabemos, que somos, que creemos y queremos tiene una razón de ser más allá de nosotros mismos, por eso, la única oración que merece mi absoluta devoción y fervor es esa, porque le pido a un padre, que espero exista, me escuche, me ilumine, y me permita seguir viviendo como lo hago, o que me lleve de una vez por todas y me quite el peso de encima, o lo que sea que las personas piensan en el momento de tan sublime oración...
Ya cerca del final de la misa, una vez que ya he "comido" ya me puedo ir en paz, dando sentido a la famosa frase "indio comido, indio ido", puedo salir de tan "sagrado" recinto, con el permiso del cura (podéis ir en paz) y salgo estupefacta de ver como es posible que siga la gente creyendo que entrar a una casa de madera, donde un hombre de vestido habla sin parar, puede autorizarme o no a morirme tranquilo, o a considerar si tengo o no el derecho de vivir en paz...